¡A comer!
Un bar, que por fin, vuelve a poner al centro de la atención las tapas locales presentadas con un toque moderno, sin extravagancias, con el único objetivo de gozar cada bocado de lo que comes a un precio razonable acorde con la calidad.
Las tapas de la carta cambian con frecuencia: según disponibilidad de materia prima, temporada y creatividad del chef, pero los que no deben faltar durante tu visita son: patatas ratte (alioli y tomate), la ensaladilla, croquetas de “rostit”, huevo frito con sobrasada y miel o salmón marinado con hinojo. Y para acompañarlos tanto su vermut casero como su selección de vinos y cavas locales (copa o botella) serán un perfecto maridaje.
Cuando veas lo bien que comiste y lo mucho que brindaste, sólo querrás pensar en qué día podrás volver a cenar ahí. Sólo un inconveniente: dado que el local es muy pequeño y no reserva, a veces deberás armarte de paciencia.