Las bodegas tradicionales son patrimonio de nuestro recetario semanal que tanto fomentamos, sin embargo existe en Barcelona una nueva corriente de neobodeguismo que nos tiene enamorados. Un buen ejemplo es la recuperada bodega de Pau: Lo Pinyol.
Este novel bar se ubica en la antigua Bodega Pinyol y A. Solé (en Torrent de l’Olla, casi con Còrsega) y hace poco ha sido prácticamente renovado en su totalidad, pero conservando con mucho esmero el encanto del legado de la vieja cantina, a la par que dándole un toque pulcro, actual y moderno.
Con la reforma realizada, lo que en su momento fuera la residencia de los antiguos dueños al fondo del bar, se ha convertido ahora en más espacio para el bar y podemos incluso acceder al patio trasero, donde se ubican los baños. De hecho, uno tiene la sensación de estar en casa de alguien cuando se adentra en las diferentes salas.
Del anterior espacio se han conservado y limpiado multitud objetos o decoraciones con mucho valor patrimonial tipo: las imponentes botas de vino, el antiguo cartel de la anterior bodega (A.Solé), el secular impoluto mármol blanco de la pica, el maravilloso suelo hidráulico estilo piso Eixample o algunos de los muebles de madera repartidos a lo largo del local, por poner algunos ejemplos.
A parte de la esmerada remodelación, los responsables de Lo Pinyol se han lucido también a nivel decorativo, creando un espacio de ocio con mucho gusto, sencillo y con encanto a base relajantes colores o tonos pastel u objetos vintage.
Como en cualquier otra bodega de antaño, en ésta también podréis optar por comprar vino y vermut a granel o incluso embotellado.
Asimismo, si lo preferís, evidentemente os podéis igualmente quedar a tomar o comer algo en algunos de sus tres pequeños salones o «habitaciones». En efecto, ésa (el espacio) es una de las múltiples novedades que el local ofrece: el aumento de espacio.
La antigua Pinyol tan solo ofrecía unos reducidos metros cuadrados en su parte delantera más cercana a la calle.
Asimismo, Lo Pinyol no se reduce exclusivamente al disfrute de caldos vinícolas y ha apostado igualmente por proponer también una sorprendente y económica oferta gastronómica a valorar.
No es un restaurante en el sentido estricto, pero si nos brinda la opción para picotear sus elaboradas tapas, «montaditos«, embutidos o quesos del país a un precio bastante asequible. Un buen vermut ya sabemos que entra mejor con una tapita…Nuestro deporte nacional.
Salud y vermut!
"En el 1900 en esta bodega se vendían vinos a granel. Ahora preserva ese mismo encanto modernista y sirven vinos y vermuts. Servicio genial" - Stefania
"Pau, la propietaria, ha sabido renovar y conservar la tradición de una bodega como las de antes" - Andreu
Mié a Sáb
12h –16h y 19h – 00h
Domingo
12h –16h
Lunes y Martes cerrado
