El espacio
El establecimiento, de decoración sobria y de claros aires azules y mediterráneos, es el clásico bar de playa prefabricado de techos bajos y ancho horizontalmente (para dar a casi todas las mesas vistas al mar) y localizado en el paseo marítimo (no en la arena).
Paella y mucho más
En lo que a la comida se refiere, mi primer consejo es no pasarse con las entradas (previo a la paella o fideuà) a pesar de que lleguéis con hambre voraz…
Nosotros cometimos ese fallo y nos sobró algo de paella, que por cierto, en todo caso te puedes llevar en un tupper si lo deseas. Si queréis picar algo que sea light, optad por ejemplo los chipirones, que estaban de muerte.
La paella estaba ciertamente rica y nos sentó fenomenal (el vino blanco ayudó), sin embargo, no sé si por mi paladar algo más exigente, no me dejó sin palabras, como sí ha ocurrido en otros sitios. Digamos que como nota le pondría un 7 alto.
Evidentemente no sólo de paella vive el restaurante, así que si preferís otro tipo de plato seguramente lo encontréis alternativamente en su carta.
No obstante, la parte sorprendente e inesperada del ágape fue a cargo de los postres, los cuales esta vez, sí nos sorprendieron con nota muy alta.
Curiosamente su carta de dulces es visual: el camarero os traerá una bandeja llena de diferentes opciones dulces para ese día. Gran acierto porque por un lado una imagen nos vale más que mil palabras y porque al comer por la vista, seguro que pedimos más de lo que realmente queremos comer…Os costará decidir cuál escoger.
Por ejemplo el crujiente de frutos rojos con crema, una delicia… ¡Guardad sitio para los postres!