Hay restaurantes que no buscan impresionar, sino acompañarte en el viaje gustativo. Jazminos es uno de esos: un espacio pequeño, cálido y honesto donde la protagonista de la ruta es la rica cocina árabe.
Hay restaurantes que no buscan impresionar, sino acompañarte en el viaje gustativo. Jazminos es uno de esos: un espacio pequeño, cálido y honesto donde la protagonista de la ruta es la rica cocina árabe.
Como sus platos, su interiorismo o su creadora, Jazminos es amor y sabor a primer a vista.
Hay algo especial en cómo nace Jazminos: no es el típico proyecto montado desde el cálculo impersonal, sino es el resultado de una apuesta temprana, valiente y personal. Su creadora, Paula Sandoval, decidió arrancar muy joven, cuando la mayoría aún está decidiendo qué camino tomar. Lo hizo desde la intuición y desde una conexión real con las cocinas del mundo árabe que había conocido viajando y observando sola o con su padre: platos que pasan de generación en generación, técnicas que compartimos, especias que cuentan historias sin necesidad de palabras.
Todo eso se percibe nada más entrar. En los bancos de madera hechos por su hermano, en la luz suave que no invade, en el ritmo tranquilo de la sala, en una decoración minimalista que no busca protagonismo. Aquí nada está pensado para llamar la atención; todo está pensado para que te quedes. Jazminos transmite esa calma de los lugares que no tienen prisa por gustar, solo por hacerte sentir cómodo, casi como en casa, mientras pruebas platillos del Oriente Medio.
Como decíamos el propósito principal de Jazminos es hacernos conocer y vivir la influencia de la gastronomía árabe, de la que casualmente somos muy fans. Eso y que su ticket medio es super correcto, ha hecho que volvamos con asiduidad.
De entre los platos del Mediterráneo Oriental que aparecen en carta, es difícil elegir, pero hay algunos que se siempre pedimos: desde los tremendos babaganoush y hummus (ese pan espectacular e imprescindible para mojar bien en las salsas), el shawarma de cordero, la ensalada palestina (con granada), dolmades (esa «croqueta» con hoja de parra), buñuelos de col, arayes (clásico sandwich plano streetfood) o el pinxo de cordero (xix kebab).
Todo ello acompañado de una carta corta pero muy bien escogida de vinos naturales, que encaja a la perfección con el mood del lugar.
Carrer dels Madrazo, 32
Sarrià-Sant Gervasi, 08006 Barcelona
Jueves, viernes y sábado
13h – 15:30h y 19:30h – 22:30h
Martes y miércoles
19:30h – 23h
Domingos y lunes cerrado