No sólo es su gestor campechano y afable, sino que es el alma de Zim.
Si pasáis por este entrañable local justo al lado de Plaça Sant Jaume (Gòtic), no dejéis de saludar a Francesc y de tomaros una copa de vino de su estupenda bodega con él, al mismo tiempo que os deje probar sus «petons» («besos» en catalán), una pequeña tapa de queso con confitura preparada con mucho cariño.
¡Perfecta simbiosis! Si lo vuestro no es el vino, tranquilos porque existen más opciones, como por ejemplo el vermouth o el cava, entre otros.
Si lo vuestro por contra no es el queso, ningún problema tampoco, deleitaros con los estupendos embutidos que Zim ofrece.
Zim es sinónimo de: lugar pequeño entrañable, de dueños simpáticos, de ambiente agradable, de atmósfera cálida y familiar, de vinos fantásticos o de tapas riquísimas…¿Qué más podemos pedir?
Sinceramente, nos encanta recomendar sitios así, porque por desgracia cada día hay menos.
¡Larga vida al Zim (y a su «Formatgeria», claro)!