Fue en junio de 2002 que los dos actuales socios del bar decidieron aventurarse en el mundo de la hostelería y coger las riendas de una bodega que hasta esa fecha se encontraba abandonada y dejada.
Su apertura fue fruto de la ayuda de varios amigos y también de múltiples artistas plásticos que colaboraron en la confección y diseño de uno de los puntos fuertes del bar: la decoración interior en techos y paredes.
La verdad, dejando a un lado el factor histórico que envuelve al local y a la zona, los numerosos elementos decorativos que cuelgan por todas las paredes y que nos rememoran el circo y otras fábulas teatrales son simplemente excepcionales e imposible de no deleitarse con ellos nada más entrar.
La mezcla estética de antigua bodega, con sus toneles y techos de madera añeja, junto con los carteles pretéritos o las decoraciones de colorido cartón, son algo que de por si solo, merecen ya una visita.
Como bodega bar que es, en Gran Bodega Saltó podrás tomarte todo tipo de vinos, vermuts, alcoholes fuertes o licores clásicos, así como la caña de cerveza de rigor.
Alertar de dos pormenores que no están muy bien señalizados: por un lado, no se sirve en las mesas, debes ir a por tu bebida en la barra; y en segundo lugar, las bebidas resultan más caras después de media noche (algo que nunca entenderé, sinceramente). En fin, políticas de cada casa, respetables en todo caso.
El bar cuenta con conciertos programados de vez en cuando. Para estar atentos, os recomiendo sigáis su facebook o miréis de vez en cuando su web.